viernes, 3 de abril de 2015

EMIGRACIÓN A LA REPÚBLICA DE ARGENTINA 1900-1950 - RELATO DE UN VIAJE EN 1911-






EMIGRACIÓN A LA REPÚBLICA DE ARGENTINA

1900-1950

RELATO DE UN VIAJE EN 1911

Salamanca forma parte de una extensa zona que abarca provincias españolas y portuguesas que constituyen la Lusitánia Interior, considerada la mayor zona subdesarrollada de Europa Occidental y que ocupa 140.000 Km2.

El Rebollar está incardinado en el límite sur de Salamanca, entre Portugal y Extremadura, muy distante de la capital y tradicionalmente olvidado por las autoridades y representantes provinciales tanto en el antiguo régimen como en el nuevo. Se podría decir que es una zona reservada a repoblación de bosque exclusivamente y sin compensaciones en obras de infraestructura.

No es de extrañar que siempre latiera en los corazones rebollanos la aventura de la emigración, y cómo no, la aventura americana de la primera mitad del pasado siglo.
Muchos protagonizaron la búsqueda de tierras más prometedoras, pero: ¿Cuántos fueron los aventureros?, ¿A qué países emigraron? ¿Cuáles las fechas más significativas?
Cuba, Argentina y Brasil se llevaron la palma de la emigración española especialmente desde 1900 a 1930.
Trescientos dos navasfrieños, según datos que poseo, eligieron el viaje que les llevó a la República Argentina.
 Este estudio se centra por lo tanto en Argentina dando las gracias a emigrados ya fallecidos que colaboraron en este trabajo, especialmente Pablo Caballero que residió en Rosario.
Hasta 1850, Argentina basaba su comercio principalmente en la exportación de cueros y esto no atraía demasiada mano de obra. El crecimiento del sector ovino cambió la situación, tan sólo en la provincia de Buenos Aires el número de ovejas que había (cuatro millones) se multiplicó por catorce en treinta años. Esto, junto al cultivo de cereales que pronto se exportaron al mundo, requirió mucha mano de obra. En 1850, Argentina sólo tenía un millón de habitantes y las familias de campesinos tenían preferencia de entrada, pero el crecimiento de pueblos y ciudades acogía a pequeños artesanos, comerciantes, planchadoras, costureras y otros oficios.
Las huellas de esta emigración se pueden hallar en muchos pueblos salmantinos y en nuestro Rebollar. Hacer las Américas era ir a Buenos Aires.

Los aspectos económicos de subdesarrollo impulsaron la emigración de tal forma que un pueblo salmantino supuso un problema nacional al querer marcharse los más de mil habitantes que en 1905 firmaron esta carta dirigida a Don Manuel Quintana, Presidente de la República Argentina:
Excelentísimo y honorable Señor:
   Sabiendo que a ese su gobierno le conviene el aumento de población con el objeto de colonizar el terreno virgen que posee y cultivar y hacer producir sus llanas y extensas pampas y conociendo el gran interés que tiene en favorecer la inmigración en su hermoso y productivo país, los que suscriben: médico, y secretarios del Ayuntamiento y Juzgado Municipal de este pueblo de España, madre común de los habitantes de ambas naciones, tienen el atrevimiento y la honra de dirigirse a V. E., rogándole indique a ese
gobierno si puede admitir un pueblo entero o la mayor parte de él, con todas sus clases sociales, como son: labradores, carpinteros, herreros, albañiles, médico, boticario, zapateros, etcétera, y en caso afirmativo nos conteste con las condiciones y ventajas que puedan proporcionarnos.”

Queda de V. E., con la mayor consideración y respeto, afectísimos seguros servidores: Emilio Regidor (secretario del Ayuntamiento), Carlos de Sena (médico), Juan Rodríguez (secretario del Juzgado)

 Aunque Navasfrías no era Boada, pueblo de un gran latifundio, sí concuerda ese año de 1905 con el inicio de la progresiva marcha a la República Argentina. El problema en Navasfrías era y es el minifundio que al menos ha servido para la subsistencia junto a una frontera permeable que proporcionaba siempre ingresos extras con el contrabando.

De Navasfrías partieron desde 1900:

PERSONAS
APELLIDO
PERSONAS
APELLIDO
PERSONAS
APELLIDO
PERSONAS
APELLIDO
7
ACOSTA
2
DOMINGUEZ
11
LOPEZ
3
PIRIZ
32
ALFONSO
1
ENCINAS
8
LUIS
4
PLAZA
12
ALMARAZ
5
FERREIRA
1
MARCELIMO
10
RAMOS
1
ANTUNEZ
1
FLORES
12
MARTÍN
1
RIBERO
8
ASTORGA
42
GONZALEZ
1
MATEO
5
SÁNCHEZ
1
BAILE
7
GUERRERO
10
MONTERO
4
SEIJO
2
BERNARDO
2
HERNÁNDEZ
21
MOREIRO
1
TIENDA
14
CABALLERO
7
HOLGADO
2
MORENO
3
VALIENTE
12
CLEMENTE
1
IGLESIAS
11
NAVAIS
1
VEGAS
6
COLLADO
1
JORGE
5
PAINO


1
CUEVAS
3
LANCHAS
17
PEREZ



.

Llegaron a su primer destino:

LUGAR
PERSONAS
LUGAR
PERSONAS
LUGAR
PERSONAS
ABIPONES
3
La Vanguardia
1
S. Carlos Baril.
1
ACEBAL
1
Los Cárdales
6
San Fernando
7
ALBERDI
1
Los Charrúas
2
SAN ISIDRO
1
AROZENA
1
Mar del Plata
23
San Marcos Sud
1
AVELLANEDA
5
MARTINEZ
46
SAN NICOLAS
5
BALNEARIA
3
Martínez-Berruti
1
S ª.Silvina Chaco
1
BARRANCAS
1
Martínez-Entre R
1
Tabosi
1
BERNAL
8
Máximo Paz
1
TOTORAS
2
BIGAND
2
MONTEROS
1
Tres Arroyos
22
BUENOS AIRES
8
MONTEVIDEO
2
TRIPODI
1
CABILDO
4
MORTEROS
2
Venado Tuerto
4
Cañada Rosquín
1
OLIVO
2
VIALE
4
CASBAS
4
Pedro Jiménez
1
VICTORIA
2
CASEROS
2
PIROVANO
4
VILELA
1
CIUDADELA
1
RÍO
4
Villa Caña
1
CORDOBA
1
Piedras Blancas
3
Villa Diego
8
CORRIENTES
1
ROSARIO
66
Villa Gálvez
1
F. VARELA
1
Rosario-S. Martín
1
Villa Urquiza
6
GODOY
13
Rosario-H. Quint.
1


LA GUARDIA
1
Rosario-Necocheª
1


LA PLATA
1
San Adrián de A.
1




De los trescientos dos emigrados, se desconoce en qué fechas se fueron 119 de ellos y de los que se conocen las fechas en el periodo referido entre 1900 a 1950, destacan tres etapas:
La primera abarca desde 1905 hasta 1914 en la que emigraron 90 personas:

7 en 1905; 7 en 1906; 9 en 1907; 22 en 1908; 4 en 1909; 3 en 1910; 13 en 1911; 20 en 1912; 4 en 1913 y una sola persona en 1914, paralizándose el éxodo hasta 1920 debido a las circunstancias de la primera guerra mundial.

La segunda etapa se inicia en 1920 que marchan 14 personas; 8 en 1921; 5 en 1922; 3 en 1923; 4 en 1924; 5 en 1925; 2 en 1926; 20 en 1927; 1 en 1928; 2 en 1929; 1 en 1930; 1 en 1931 y una en 1934, en total 66 en este periodo coincidiendo otra paralización a causa de la guerra civil española y la segunda guerra mundial.

En la tercera etapa, la posguerra, emigran 25 personas (6 en 1948, 16 en 1949), incluyendo 1 emigrado en 1953 y otro en 1954.

Hay que decir que fueron bastantes los que regresaron otra vez en cuanto pudieron y otros que sólo volvieron de visita y que acuñaron alguna frase representativa de lo que dejaron antes de partir: “Vuelvo y veo que no han avanzado, que acá siguen peleándose por un centímetro de tierra”

Dos eran los puntos que elegían los que cruzaban el Atlántico: Vigo y Gibraltar.
La curiosidad que ha imantado este estudio es un relato anónimo que describe la dificultad de esos viajes.
Llovía mucho en octubre y noviembre del año 1911.
De madrugada salieron siete viajeros con sus caballerías y equipajes con dirección a Perosín. El día anterior se ahogó un mozo al cruzar el río de Payo (como indica nuestro relatador), tan osado, que se dispuso junto a otro voluntario a plantear cómo cruzaban el río con un mulo. Cayeron a la corriente y dejando atrás a los demás, que vadearon más tarde el río por otro lugar, se dirigieron hasta el Payo donde secaron la ropa y esperaron a sus compañeros. Comieron y siguieron camino hasta Perosín: “Con nosotros venía Esteban / un tabernero del pueblo / que de profesión tenía / el oficio de carrero1.
Entre todos acordamos / un convenio natural / que el carrero nos llevara / al mismo Cañaveral.”
Y así marcharon juntos a dormir a Moraleja, reiniciando el viaje por la mañana hasta la estación de Cañaveral. Se despidieron de Esteban y sacando su billete para subir al tren continuaron hasta Cáceres dónde pasaron la segunda noche de su viaje:
“Sacamos nuestro boleto / y en un coche de tercera / hasta la estación de Mérida.
Un nuevo cambio de tren / y sin dormir una hora / al otro día de mañana / fuimos a almorzar a Córdoba.
A eso de las once y media / seguimos la misma vía / llegamos a Campanilla / al otro día a mediodía.”
Después de comer, continuaron hasta San Roque donde pasaron una noche más y por fin Gibraltar, no sin antes pasar por un buen registro.

Ahora, en Gibraltar, el reto era encontrar una casa consignataria donde contratar los billetes. No fue nada fácil, eran muchos con las mismas pretensiones y los que iban por cuenta de la emigración tenían preferencia. Tuvieron que sobornar al agente para conseguir sus pasajes.
“Todos quedamos contentos / y con mucha observación / a que llegara el momento / de que atracara el vapor”.

Dos días en Gibraltar, dos largos días con sus largas noches:
“Todas las calles corrimos / cargados con los equipos / y sin poder encontrar / para dormir ningún sitio”.
No los admitían ni rogando con dinero. Por fin un sargento les indicó un lugar para pasar la noche, pero fue una sorpresa:
 “Pero al llegar a la entrada / a todos nos pareció / por lo primero que vimos, / casa de prostitución”
Una señora los llamó y les dejó una habitación.  Venciendo la desconfianza que se había despertado en ellos, accedieron a quedarse, el primero en decidirse fue nuestro relatador. Dos días permanecieron bajo las atenciones de esta anónima señora que no les quiso cobrar nada, despidiéndolos con los mejores deseos de un buen viaje y feliz regreso.
El vapor esperaba en el puerto:
“Subimos en una lancha / con bastante precaución / para que nos condujera / a donde estaba el vapor.
Cuando en la barca íbamos, / poco antes de llegar / nos dijeron los barqueros, / señores hay que pagar”
Y surgieron así gastos inesperados:
“A peseta cada uno / ya se puede trabajar / porque en tan poco trayecto / eso se llama explotar.”

Un nuevo registro les espera al subir al vapor despojándolos arbitrariamente de algunos objetos sin aparente delito y van recibiendo a la vez plato, cuchillo, tenedor, cuchara y demás, que han de usar durante el viaje.
“Todo se componía / de lenteja y macarrón, / la sopa, un poco de agua / con cuatro granos de arroz.
 La carne para nosotros / en toda la embarcación / por ser bastante dañina, / el médico la prohibió.
Allí bueyes se mataban, / que todo el mundo veía / pero no puedo decir / la carne quien la comía.”
Relata nuestro protagonista que las raciones eran escasas, la calidad de la comida mala, poca agua para beber y un malísimo vino:
“Era tanta la miseria / que en aquel barco había; / piojos, chinches, garrapatas / por los hierros se subían.”








Así, veinte días de vapor, veinte días para llegar a la Argentina y poder pisar su tierra, después, dos días más en el puerto, sin saber aún a dónde ir, dos días de incertidumbre.
Les preguntan si quieren viajar por cuenta de la emigración a lo que acceden para ahorrarse algo en los viajes de tren. Cuando les dieron los documentos precisos: “Jacinto, Josefa y yo / y dos compañeros más / en cuanto nos despacharon / fuimos juntos a embarcar.”
Deciden ir a Santa Fe informados que allí se ganaba plata, pero la realidad les defrauda y ven cómo poco a poco se les acaban las reservas. Dos infructuosos días buscando trabajo hasta que al fin encuentran un patrón, pero solamente para Josefa que se queda llorando para hacer de cocinera en una fonda mientras Jacinto sigue buscando otra cosa para los dos.
Continuaron en una dirección que alguien le indicó erróneamente y rectifican.
“Esto por acá está malo / más adelante peor.”
Nuestro relatador decide marchar otra vez a Buenos Aires dejando atrás a Josefa empleada en la fonda y a Jacinto empleado como sereno.
Y se va en tren como primer trayecto hasta Rosario:
“Allí si que comenzamos / a padecer en Rosario / sin tener para comer / y sin tener un centavo.”
Deja a sus dos compañeros en Rosario y continúa solo a Buenos Aires con la intención de llegar a Victoria, pero antes ha de trabajar para poder pagar su billete.
Encuentra un trabajo en Isla del Tigre, cerca de Victoria, un pueblo y un trabajo para dos quincenas, esperándole después un insospechado puesto en la cosecha:
 “Con un poco de zapallo1 / unos choclos2 mal cocidos / y un poco de macarrón / queda el personal comido.
  Por la mañana a las tres / te comienzan a gritar / y sin vergüenza te dicen: / más se tienen que apurar.
 Sale el personal del rancho / con las tripas llenas de aire / y te dicen: compañeros, / a las siete viene el mate.”
Acompañar a las máquinas, y el trabajo en las chacras (casas de campo) es penoso y en las frías noches de invierno “se hacen más clavos que una quincena un herrero.”
“Eso sucede en el campo / al pobre trabajador / que para ahorrar un centavo / derrama mucho sudor.
Si trabajando en el campo / cuatro centavos se ahorran, / luego vienen a los pueblos, / se los roban en las fondas
Esta Argentina, señores / se está poniendo muy mal / así es que uno no sabe / que resolución tomar.
 Si el gobierno aquí no toma / otras medidas mejores / lo van a pasar muy mal / los pobres trabajadores.
 Aunque se quieran marchar / los pobres para su patria / no pueden ejecutarlo / porque les falta la plata.”









Algunos volvieron. No figuran en estas listas. Otros completaron su historia allí, los descendientes cuentan:
                                              
                                            “Pablo tuvo cuatro hijos, Victoriano vive en Estados Unidos, Rodolfo en Mar del Plata, Carlos a tres cuadras de mi casa y Ramón falleció. Fueron bohemios y extravagantes, pintaban cuadros, Rodolfo y Victoriano lo hacían bien. En el museo de Rosario hay algunos de esos cuadros. Ellos eran de ideología comunista y tuvieron problemas hasta el punto de tener que residir muchos años en Uruguay. También tocaban el saxofón y el clarinete.
Pablo perdió el brazo derecho en un accidente trabajando en el ferrocarril. Esto tal vez le salvó la vida, lo detuvieron junto a unos anarquistas y comunistas para deportarlos, pero conocedor del ferrocarril y al no poder colocarle las esposas, en un lugar que el tren marchaba lentamente por unos bañados, pidió permiso para ir al baño y se tiro del tren refugiándose luego en casa de unos camaradas. Los demás deportados nunca aparecieron.
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Anastasio Pérez fue barman del Jockey Club, después tuvo ventas de verdura al por mayor. Tuvo cinco hijos. Lucia y Anastasio son dueños de una de las confiterías emblemáticas de Rosario. También tenían ambulancias.

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Píriz, Ángel, era matambrero, trabajó en el frigorífico Swift y anteriormente  en el Anglo en la provincia de Buenos Aires, era un tipazo, un hombre corpulento, calvo, de voz fuerte y genio extraordinario, ahora, no cruces su línea, acostumbrado a ambientes bravos, si sacaba un cuchillo, apártense.  

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Cuando tenía tres años, Adoración Caballero llegó a Rosario el quince de febrero de mil novecientos veintiuno. Hizo el viaje hasta Ciudad Rodrigo en un carro y después continuó en tren hasta Galicia, concretamente hasta Vigo para embarcar en un vapor de bandera francesa, “El Maltés”. El trayecto duró veinticinco días.
Estuvo en Navasfrías en 1993.
Trabajó como costurera o modista. Su padre se dedicó al transporte público. Me contó que su madre siempre quiso volver. Recordaba el río, sus limpias aguas, sus arenas en las que encontraba algunas pepitas de oro. Guardaba tres de estas piedrecillas como un verdadero tesoro que ella contemplaba infinitas veces de una manera obsesiva. Transcurrió mucho tiempo. Su marido descartó regresar y a partir de ahí comenzaron sus desequilibrios emocionales hasta el punto de hacerle desaparecer su preciado oro cuyo peso era todo sentimiento. Terminó con un gran desequilibrio mental.
Con estos datos le escribí este poema que le dediqué:

Está guardada mi alma
en la cajita cuadrada
con tres chinitas de oro
que encontré en una mañana.

Lavaba en el agua clara
la tierra de mis entrañas
cuando el amarillo sol
dijo que me acompañaba.

Cuando la caja se cierra
oscura se queda el alba
en los recuerdos del pueblo
que por la nostalgia viajan.

Con sus pequeñas alcobas,
lejos se quedó la sala.
Me sajan profundo y cerca
las horas nunca olvidadas
resbalando por las sombras
de aquella querida casa.

Como una esponja en el agua
todo mi ser aun se inflama
en un camino imposible
al bello rincón de España.

Se desvanecieron todas
las ocasiones llegadas
y se rompieron profundas
ligazones con mi aura.

Aun soñaba con volver,
lo repetía, lo esperaba.
Él me dijo, estaba loca
y como dardo en el alma
pronto loca yo me puse
porque ya nada soñaba.

No sé donde está el adiós
de aquella caja endiosada
que el tiempo tal vez perdió
para que no recordara.

Sierra de agua y granito,
Navasfrías de mi España,
en Rosario de Argentina,
yacen tres piedras doradas
junto al destino arrancado
de tantas cosas amadas.

Él me dijo, estaba loca,
pero yo loca me puse
cuando volver no esperaba.





                                 


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Todas estas noticias están cargadas de sentimientos. No son más que raíces que permanecen siempre porque la procedencia como la infancia, jamás se olvidan aunque haya incluso motivos para olvidar.
Aunque pudiendo volver, muchos no regresen a nuestros pueblos ni a visitarnos, es nuestro deber abonar estas tierras con lo que culturalmente nos queda para que crezca el respeto por el pasado, por lo que hicieron los antepasados deseando siempre un futuro mejor para todos y especialmente para los que volaron como semillas colonizando nuestro mundo, nuestra cada vez más pequeña aldea global gracias a los medios de comunicación.
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Conservo el pasaje que sacó mi padre, el certificado de conducta extendido en Navasfrías, la cartilla donde dice que está exceptuado de la milicia.
El barco era de Hamburgo, su nombre era General San Martín, partió de Vigo el 26 de junio.
Muy nostálgico del terruño, nunca quiso volver. Cuando salió de España, él y otros compañeros se quedaron en cubierta hasta que ya no se vio ninguna luz de su querida España. Se fue a dormir llorando, con una sola dirección en el bolsillo.


                                                                     Tomás Acosta Píriz




1carretero

1 calabaza
2 maíz