lunes, 22 de septiembre de 2014

23-8-1973 TIROTEO EN EL CUARTEL DE LA GUARDIA CIVIL.-NAVASFRÍAS-

ABC 25-8-1973- NAVASFRÍAS 

Tras la detención de seis sospechosos.

TIROTEO EN EL CUARTEL DE LA GUARDIA CIVIL.

 La Benemérita logró reducirlos sin emplear armas. 

Salamanca, 25.-

Parece ser que la Guardia Civil de Navasfrías estaba avisada para detener un coche que iba ocupado por seis personas. Cerca del pueblo fue visto un vehículo al que le dieron el alto. Después de que el conductor detuviese el automóvil, las personas que viajaban fueron conducidas al cuartelillo de la Guardia Civil, Una vez allí, cuatro personas fueron llevadas al interior donde les fue pedida la documentación. Al ofrecer dudas sobre su legitimidad se internó a los cuatro interrogados en otra habitación más segura. En este instante, los individuos sacaron unas pistolas y amenazaron al sargento y al guardia de puerta, quien sin inmutarse, de un manotazo desarmó a dos de los agresores, a continuación y portando como única defensa una silla, arremetió contra el grupo del que partió un disparo sin que alcanzase a ninguno de los guardias. Una vez que el sargento se rehízo, después de sufrir el ataque, en unión de otros guardias logró reducir a los cuatro individuos. Los dos que se hallaban fuera se dieron a la fuga. Se cree que los detenidos son súbditos portugueses al igual que los que huyeron. (Pyresa)






8 de marzo de 1975

AMENAZAN CON VOLAR UN CUARTEL DE LA GUARDIA CIVIL

Madrid, 8 (Pyresa)-
Ante el incremento de fuerzas de la Guardia Civil en el puesto fronterizo del pueblo de Navasfrías (Salamanca), ha circulado el rumor-sin confirmar-de que últimamente se ha recibido un anónimo  anunciando que dicho cuartel de la Benemérita iba a ser volado por un grupo de terroristas portugueses. Los rumores pueden proceder del hecho de que el 23 de Agosto de 1973, este mismo cuartel sufrió un atentado y en el que seis terroristas portugueses tuvieron una refriega con miembros de la Guardia Civil del citado puesto.

En aquella ocasión les fueron incautadas varias armas a los portugueses y tres de ellos quedaron retenidos durante algún tiempo en España. Luego al parecer, fueron puestos en libertad tras el cambio de Gobierno portugués y es ahora a este grupo al que se le achaca el posible ataque.





miércoles, 14 de mayo de 2014

DISQUISICIONES




DISQUISICIONES  (I)

Los ojos ataviados de luz carcomida por la calle llena de violines
suplicando un segundo de atención, 
un céntimo de euro, 
una escopeta para disparar contra el ayer y contra hoy, 
una ruleta con mejor suerte 
un bollo de pan para mañana.

Ojos ateridos con frío de pies descalzos,
fiebre que aflora en delirios de palacio,
esquinas de sol que niegan calor a los mendigos.

Los ojos de ayer, 
ojos de siempre que sólo ven cuando se cierran, 
que sólo pueden amar cuando se cierran, 
que sólo tienen esperanza cuando duermen, 
que cuando ven la luz ven el abismo.

Ojos que revientan cada hora, 
que dividen en minutos la felicidad como pasteles, 
que ordenan colores y desechan el verde porque ya están hartos.

Esos ojos que ven bailar al que debiera estar encadenado “de por vida”, 
a los que suben la escalera del olvido con palabras envenenadas de mentiras, 
gente colmena fabricante de hiel.

Ojos que se alimentan mojados en lluvia esperando el desayuno de algún día.

Los ojos que han visto al disfrazado reunir su propio embuste hasta hacerlo comprensible para alcanzar el positivo de su propia bolsa.

Ojos del mundo antiguo, ojos modernos…





II


Las manos que huesudas asoman en el empeño del empleo.

Manos que buscan guante de bienestar en casa del reloj de un comedor viejo.

Esas manos llenas de sudor, olor a máquinas usadas, 
a coches cruzando autovías de pago previo y posterior.

Las manos que arañan promesas de un tesoro escondido por alguien que soñó encontrarlo un día.

Manos que llevan a la boca lo mejor que encuentran explorando el fango de los mercados.

Esas manos de un fruto prohibido por el precio, el color o la insignia de un cuento para niños.

Las manos satisfechas de satisfacer,
manos de alisar inquietudes, 
de parar un chorro de agua,
las manos de secar lágrimas, 
de acariciar pieles y sentir espinas, 
manos de recibir heridas y urticarias.

Manos que blancas se agitan contra el mal, 
contra el asesino y asesinato de pacíficos hermanos.

Manos que salen a las plazas, manos vacías,
manos abiertas ofreciendo recoger el bien que aún queda,
manos lavadas en el rio de la desesperación, 
manos secas en el desierto de la esperanza,
manos frías en la calefacción del poder, 
manos queriendo ahogar el tiempo, 
manos llenas de flores para los muertos, 
manos pequeñas que arrebatan gigantescas fortunas, 
manos que urden teclas del piano callejero y su monótona canción vieja.

No hay nada que se oculte para el tacto de las manos y el sentir de quién las utiliza.




 III

Cansados caminan pies que vienen de un lugar desconocido.
Traen vidas que habitaron en lugares de diversión y culto.

Pies que pasaron por encima de las aguas, 
por alas y ahogados en intentos de una vida mejor.

Pies mojados que llevan la enfermedad, 
la búsqueda, 
pies que dejan huellas de ida y vuelta.

Pies de conocer calles de historia, 
sombras de árboles, 
caminos desconocidos o rutas que marcaron los antiguos.

Pies que huyen de sí mismos bailando en el rincón lejano de sus melodías.

Pies que se alejan de hongos y selvas de ciudad.

Pies que clavan espinos de la malaventurada sociedad de simio-humanos con frac de pingüinos abrigados de pobreza.

Pies sobre el fuego de fábricas quemadas.

Pies en iglesias y en templos de implorar lo que nunca fue dado.

Pies de transportar la carga de la realidad o la leve carga de los sueños.

Pies que se resisten a dar un paso más y quedan atrapados en el cepo de cualquier día.

Pies disfrazados con la noche o la obligatoriedad del precio y la rebaja.

Pies marcando el paso de la uniformidad y de la música de la igualdad forzada.

Le digo a mis pies: ¿para qué os quiero? 
Contestan que la mejor carrera o paseo acaba en el regreso.





IV

El cuerpo que recibe comunión de pobreza entre afortunados que no tienen más que el árbol caído y la leña que se hace.

Cuerpo aspirante a una estancia en el mejor cementerio de la tierra donde duermen miles desconocidos que no pasaron de las primeras letras del alfabeto de la vida.

Cuerpo que se inclina una vez, y mil veces más porque nació para ser doblegado en galeras de máquina infernal.

Cuerpos de ángeles dormidos que al despertar son ciegos agradecidos de todo lo que ocurre en el círculo cercano con el nombre de tierra ajena.

Cuerpos cobijados en escombros arrojados al construir cien palacios en mapas de naciones que presumen libertad vendiendo cadenas invisibles.

Cuerpos sin más noches ni días que el lugar que ocupan y sortean los vientos de la rosa de los vientos y extienden su capa y torean sin parar el toro en el laberinto de las calles.

Cuerpo de ciudades y aldeas abandonadas con traje de haber sido.

Cuerpo cercenado por justicias con lágrimas de azogue para sacar oro de una historia interminable y repetida.

Aguantemos el cuerpo en el reducto de la propia existencia.

Elevemos las manos y los ojos cantando y creyendo una vez más que es nuestra la existencia. 

Ignoremos que la vida es música y baile con ritmo al acorde del que puede sortear y pagar la orquesta para su tiempo.

(Disquisiciones) Tomás Acosta Píriz




viernes, 7 de marzo de 2014

EN UNA CALLE DE CUENCA


Dejadme que así devuelva
la brisa que es toda libre.
Sólo quiero vuestro oído
y que recordéis conmigo,
lo qué es la vida que pasa
y que todo se hace olvido.
¿No veis que os regalo notas?
Melodías que son el aire
que respira con vosotros
cuando transitáis la calle.
¿A cambio?
¡Casi nada pido a cambio!
Por una lágrima vuestra
mil lágrimas yo derramo.
Por mi lloran las canciones
que para vosotros canto.
Y no debéis preocuparos
por la pobre indumentaria:
tengo el día, tengo el espacio,
la alegría, la libertad,
mucho amor en quien confía
que todo en la vida pasa.
¿Recordáis antes de mí
cuantos por aquí pasaron?
¿Sabéis a dónde llegaron?
Mi acordeón recoge el aire,
vuestro viento, nuestro cielo,
que os regale ella, dejad,
esa alegría que yo siento
y que recordéis conmigo
lo que es la vida que pasa 
y que todo se hace olvido.

Tomás Acosta Píriz